Los ojos se desvanecen pero la belleza permanece porque la piel alimenta el sentido de ver y el mundo se descubre ante la mirada ignorada. A través de esta pieza en la cual los bailarines bailan vendados descubrimos cómo es posible bailar sin ver, sentir con la piel, querer con los oídos y abrazar con el olfato.
Ficha Artística
Coreografía:
Alejandro Á. Longines
Intérpretes:
Carlos Campo, Francisco Sánchez, Alejandro Á. Longines